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DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS

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Ella era en verdad el pez, la pieza mayor que esperе: divorciada, sin hijos, con casa propia y un bello mundo espiritual. Escrib?a versos y cuentos de una rara y graciosa iron?a, cantaba como una diva y sobre todo era una amante perfecta, fogosa y tierna; versаtil y caprichosa.

Me sorprend?a a diario con cosas nuevas, ocurrencias magistrales, platos sencillos, pero deliciosos, caricias insospechadas, historias asombrosas de mitos y leyendas y sobre todo siempre con un carаcter alegre y colorido. En las noches ped?a que le recitara las letras de mis canciones y luego me le?a sus versos lindos y rimados, sus cuentos jocosos y agudos. Ten?a un cuaderno titulado “DIA REAL”, que por supuesto sonaba a explosiоn acuosa intestinal, que era una verdadera joya del sarcasmo. Uno de sus cuentos cortos era este_ No quer?a morir inеdito, de veras que no quer?a, pero muriо. Hace mаs de cinco a?os que su esp?ritu anda dando tumbos entre las palancas y linotipos de la imprenta.

Durante casi un mes fui el huеsped ilustre de aquella mujer ?nica, cuyo nombre mencionar no quiero para no herir su sensibilidad, o mejor a?n para no hurgar en la ancha herida que le dejе, pues sе que me amо profundamente. Escapе de all? como un cobarde cuando supe que Silvio vendr?a en breve a la ciudad. Ni siquiera se me ocurriо pensar en la variante de contarle toda la verdad, estoy seguro que me hubiera perdonado. Me justifiquе a m? mismo mi mala acciоn con los ocho o diez a?os de edad que me llevaba y me perd? de su mundo y de su ciudad sin dejarle ni una nota siquiera.

De pronto me vi en la calle, con menos dinero que al principio, pues entre tragos y cigarros hab?a gastado casi la mitad y ademаs con la misma incertidumbre del comienzo del viaje. Regresar a la casa era rendirme, la Habana por otra parte estaba ahora mаs lejos e inaccesible, aunque continuaba siendo una tentaciоn, pues en pocas semanas comenzar?a all? el Onceno Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, con todas las posibilidades infinitas que me podr?a brindar la multitud de jоvenes de distintas nacionalidades que nos visitar?an para continuar con mis planes extravagantes.

En un carro-jaula para transportar reses hice el viaje hasta Camag?ey, entre hedores y humedades que se impregnaron por varios d?as en mis pertenencias y de lo cual tuve conciencia cuando deambulando por el Casino Campestre y frente a la jaula de los leones una ni?ita le comentо a su madre, ?quе peste se mandan estos leones!, y para ser honesto los pobres felinos eran totalmente inocentes de la acusaciоn.

En la oscuridad del parque, celebrando a solas y entre rasgueos de cuerdas mi cumplea?os n?mero veintiuno, mientras me daba buches de una botella de vino Vi?a 95, tuve la feliz idea de visitar a mi amigo Ricardo Alfaro, quien estudiaba en el Curso Preparatorio de Idioma Ruso en la Universidad de aquella ciudad. Comprе otra botella para agasajarlo y ablandarlo, me deshice de parte de mi indumentaria silviesca y enrumbе por la V?a de Circunvalaciоn hacia allа.

Con un par de tragos de vino y un cigarro que regalе al portero tuve acceso libre al recinto universitario: varias edificaciones blancas de tres o cuatro pisos de la t?pica arquitectura que brinda el sistema constructivo Gran Panel. A causa de la hora ya avanzada y para no llamar mucho la atenciоn me tirе en la primera litera que encontrе vac?a en uno de los albergues, acogedor y silencioso, donde descansе de un tirоn la fatiga de mis huesos.

En la ma?ana una algarab?a de voces chillonas y risas nerviosas me despertо. De un salto me sentе en la cama y me vi rodeado de rostros extra?os, de tez oscura y dientes de blancura sin igual. Eran estudiantes de Madagascar y Bangladesh, envueltos sus tradicionales t?nicas y vestuarios, otros a?n con los piyamas puestos y los ojos lega?osos. Me disculpе lo mejor que pude por la intromisiоn, y con ellos mismos conoc? dоnde se encontraba el albergue de la gente de Ruso.

Ricardo no se hallaba en el dormitorio, un amigo suyo me aconsejо esperarlo en el aula y al cabo de media hora lo vi aparecer. Realmente se alegrо de verme y yo me alegrе de que se alegrara, me dedicо todo el primer turno de clases. Ante mi insistencia para que entrara al aula y no le pusieran la ausencia me tranquilizо, comentаndome que hab?a ligado a la profesora, una tal Berta, tembona, pero hermosa y bien conservada y que precisamente anoche no se encontraba en el albergue porque se hab?a quedado en su casa, como muchas veces pasaba. Esto ven?a a mis planes como anillo al dedo, pues de entrada tendr?a garantizada su litera en el albergue para pernoctar.

Despuеs de terminadas las clases, en un banco oculto de miradas indiscretas despachamos la botella de Vi?a 95 y le contе con detalle de mis andanzas. Еl, tan alocado o mаs que yo, lejos de recriminarme me dio nuevas ideas de quе deb?a hacer. Por lo pronto me dijo que me afeitara y cambiara de peinado para no llamar tanto la atenciоn con la estampa silviesca. Me opuse persistente pues ten?a la mira puesta en el Festival, donde pensaba aprovechar la imagen usurpada y sacarle buen provecho. En fin tranzamos en que iba a recortarme un poco el chivo y alborotar mis cabellos, cosa que no ser?a dif?cil dada su naturaleza ondulada.

Me pidiо prestados treinta pesos para invitar a cenar a la profe esa noche y me repitiо que de ninguna manera fuera a pensar que con ello me estaba cobrando el alquiler del hospedaje. Me dejо ademаs la tarjeta del comedor universitario para que la utilizara en el desayuno y la comida y me presentо a varios de sus amigos, que pronto lo fueron m?os tambiеn, pues escasamente les llevaba tres o cuatro a?os de edad y compart?amos gustos y aspiraciones similares.

Trabajo me costо sentirme otra vez propio como era. Con tal de ganar la confianza de mis nuevos conocidos mandе a comprar una botella de ron y entre tragos y canciones inauguramos la noche, luego vendr?a otra botella hija de una ponina colectiva y mаs tarde otra mаs salida de mis fondos, las que bebimos hasta caer rendidos por el alcohol. El fruto mаs amargo de aquella noche fue que tuve que deshacerme de mi entra?able compa?era, la guitarra.

Cuando en la ma?ana me vi con sоlo diez pesos en el bolsillo me horroricе. Maquinalmente contе los cigarrillos que me quedaban, seis, estaba en la ruina. Mi vista se detuvo en la sensual cintura de la guitarra, le ped? perdоn a las cuerdas y clavijas por lo que pensaba hacer y sal? con ella a venderla al mejor postor. No tuve que averiguar mucho, uno de los estudiantes de Bangladesh, nombrado Layanta Palipana, me la comprо en ciento veinte pesos sin chistar. Cuando descend?a las escaleras de su cuarto acertе a escuchar el tintineo triste de una canciоn asiаtica que brotaba de sus cuerdas y el corazоn se me encogiо de pena. Para aliviarla me disparе un par de buches que hab?an quedado en la ?ltima botella y sal? en busca de Ricardo.

Ahora necesitaba hacer cаlculos estrictos de mis finanzas pues ninguna de mis otras pertenencias val?a una peseta. Previsoramente decid? reservar el pasaje en оmnibus hacia la Habana para finales de julio y quitarme esa preocupaciоn de encima. Los albergues, por otra parte, dentro de unos d?as cerraban por las vacaciones, as? que ped? a Ricardo su apoyo inmediato en la soluciоn de mi hospedaje en esos quince d?as que se avecinaban. Rаpido de mente y sagaz como era me ofreciо una oportunidad, seg?n еl ?nica, de esa forma yo le tiraba un cabo y еl me tiraba otro. Como no ten?a otra alternativa tuve que aceptar su plan, que consist?a ni mаs ni menos que en suplantarlo f?sicamente en la Brigada Estudiantil Universitaria que durante dos semanas y de forma voluntaria ir?a a trabajar en la agricultura en un municipio de la provincia. Enriqueciо mi mochila con un mosquitero, una frazada, jarro de aluminio, pasta de dientes, dos latas de leche condensada y una bolsa de galletas de sal, hablо con el jefe de la brigada, socito suyo, para que guardara el secreto y de esa manera, con sombrero de yarey y todo me vi viajando dos d?as despuеs en un оmnibus atestado hasta Vertientes, rodeado de gente extra?a y bulliciosa.

El “himno nacional” en esos d?as era la canciоn “My World” de Bee Gee y la cantаbamos a coro con tremendo entusiasmo y mayor desafinaciоn, intercalаndola con los viejos bolerones reverdecidos por los Pasteles Verdes.

Dos chicas sentadas frente a m? no cesaban de cuchichear y sonre?r mientras me observaban en detalle. Imaginе que ellas como tantos otros, a pesar de haberme desensilviado, todav?a distingu?an en m? rastros del plagiado y en un inicio no les hice mucho caso, pero al ver su insistencia les preguntе si ten?a monos en la cara.

_No chico, no y no te pongas bravo, sоlo comentаbamos que para ser primos t? y Richar no se parecen en nada.

_ ?Y quiеn les dijo que еramos primos?

_Bueno, es lo que se comenta, ?son primos o no?

_Somos mаs que eso, somos primos y hermanos de crianza, lo que pasa es que Ricardo saliо bonitillo y yo soy, por as? decirlo, el patico feo de la familia.

Enseguida me di cuenta que hab?a metido la pata con eso del patico feo, porque las dos zorras comenzaron a re?rse como si les estuvieran dando cuerda. R?e que te r?e y r?e.

_ ?Dоnde estа la gracia que no se la veo?

Y mаs risas y ahogos y toses y todo el mundo puestos para nosotros. Por suerte la rubita, mejor dicho rubiota, que despuеs supe se llamaba Bety, tuvo la elegancia de darme la explicaciоn al o?do. Explicaciоn cargada de insinuaciones por supuesto.

_Cuidado con eso del patico_ me cuchicheo_, t? no tienes tipo de eso ?O es que eres un gallo tapado?

_Ni tengo tipo ni lo soy, y el que tenga dudas que venga a probar.

La otra, mаs fe?ta y desparpajada, se mor?a visiblemente de las ganas de saber quе hablаbamos. De aquel incidente surgiо una maravillosa relaciоn que me hizo pasar d?as esplеndidos

En cuanto llegamos al campamento, unas viejas naves largas y despintadas de paredes de madera y techo de zinc, Luis Maldonado, amigo cercano de Ricardo se me acercо.

_T? no pierdes tiempo compay.

_ ?Con quе? _ le preguntе extra?ado.

_Vamos, no te hagas el bobo, que ya te vi disparаndole a Bety.

_No chico, no, lo que pasa es que se quiso hacer la graciosa y tuve que pararla como era debido.

_La graciosa no, ella es as?, mi socio, salsosa y camina, ?para que lo sepas, camina!..

_Entonces es fаcil, ?t? crees que si le disparo la tumbe?

_No es que sea fаcil, pero camina. En la Prepa sоlo tuvo dos novios, el ?ltimo fue Ricardo ?Еl no te lo dijo?

_ ?No jodas compadre que esa chiquita fue jeba de Ricar!

_Uhm.

_ ?Y cоmo soltо esa prenda?, porque estа buen?sima.

_Na’, la profe Berta se le metiо entre ceja y ceja y como еl es un barco para los estudios con esa relaciоn vio aseguradas las notas del curso y se enganchо con ella.

_Pues mira que voy a probar a ver si de verdad camina. Gracias mi hermanito por la informaciоn.

Por la noche, despuеs que nos acabamos de acomodar en los albergues, en la plazoleta frente a ellos se formaron espontаneamente cuatro o cinco grupos de jоvenes. Unos hac?an chistes, otros jugaban a las cartas o al dominо, aquellos por allа cantaban rumbas acompa?аndose del toqueteo de las maletas de madera, los de mаs allа, los romanticones, se complac?an oyendo un recital de la Peque?a Compa??a y entre ellos distingu? a Bety, que al verme se me acercо con un brillo p?caro en la mirada.

_Ven para acа, patico_ me dijo bajito.

_Deja la gracia, ?me o?ste?, ?deja la gracia!

Me tomо muy suavemente por el brazo.

_No te sulfures mi chiquitico, es una broma entre t? y yo. Ven que te voy a presentar al grupo.

_ ?Estаs loca?_ cuchicheе_, si me doy mucha publicidad va y alg?n chivato se va de lengua y se descubre que Ricardo no vino al trabajo y a lo mejor por eso le tumban el viaje a la URSS.

_No tengas miedo que aqu? los que estamos somos de la pandilla, ademаs, lo de la ausencia de Richard lo conoce todo el mundo, con nosotros no hay escache. Ven.

A muchos ya los conoc?a, a los varones sobre todo, a las hembras les di la mano mientras sonre?a. Enseguida me percatе que con mi llegada se completaban cinco parejas y me dije esto va bien. Uno de los romanticones era Luis y me hizo se?as para que me sentara a su lado, le hice un gesto preguntando ?y Bety?

_Vengan los dos para acа, que esto ahora se pone bueno y dеse un buche asere y desconecte hoy, que ma?ana tendremos que fajarnos duro con las yerbas ?Arriba, venga, todos conmigo! y cantо: “mujer, si puedes t? con Dios hablar, preg?ntale si yo alguna vez te he dejado de…mamar” y all? mismo estallо la carcajada colectiva.

Al ver que Bety era una de la que con mаs fuerza re?a la ocurrencia obscena me desinhib? y despuеs del tercer trago saquе a relucir mis dotes de artista y le metimos mano a unas cuantas guarachas picantes, entonces contrario al efecto que esperaba ver, la muchacha se puso seria y como me ol? que algo andaba mal me puse serio yo tambiеn.

_ ?No te gusta cоmo canto?
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