Оценить:
 Рейтинг: 0

El Airecito – Сквознячок

Год написания книги
2000
Теги
На страницу:
1 из 1
Настройки чтения
Размер шрифта
Высота строк
Поля
Сквознячок
Надежда Александровна Белякова

Веселый и бесшабашный библиотечный Сквознячок, большой друг и помощник библиотекаря и его внучки, из-за своего неугомонного характера часто попадает в трудные ситуации. Но он никогда не падает духом и находит вместе со своими друзьями выход из самых невероятных ситуаций и сказочных приключений.

Надежда Белякова

Сквознячок

El Airecito Despuеs del trabajo en la biblioteca al Airecito le encantaba dar un paseo por la ciudad nocturna, volar sobre las callecitas vac?as y silenciosas y columpiarse en las ramas de los аrboles. Dar volteretas sobre los tejados de las casas. Y aquella noche todo iba igual que siempre, еl volaba sobre la ciudad y canturreaba: ?No soy un tsunami, ni un huracаn! Y os lo digo por secreto – soy mаs peque?o que una corriente, Yo soy el hermanito menor de los Hermanos Vientos – ?El Airecito de Biblioteca! No siempre todo va muy bien, Y no soy rico yo tampoco, En los estantes vivo yo entre los libros, ?Que no son pocos! Soplando les quito el polvo del aburrimiento, Y me encanta re?r en cualquier momento. Vivo rodeado de baladas y cuentos, ?Se juega al escondite genial entre ellos! Tambiеn me gusta hacer cosquillas En los talones a mis amigos, Pero si temes de resfriarte ?Conmigo mejor no encontrarte!.. Cuando en el silencio de la ciudad adormitada se o?a el llanto de un ni?o, el Airecito se dirig?a al sonido enseguida. Se acercaba con mucho cuidado para que nadie lo vea a la casa donde el ni?o no pod?a quedarse dormido. Se colaba por la ventana a la habitaciоn y empezaba a cantar unas nanas maravillosas en voz tan bajita que solo el bebе pod?a o?rlas. Y as? fue esta vez, el Airecito le canturreaba una de sus bonitas nanas al peque?o: ?Dоnde viven los sue?os? ?Cоmo se puede llegar hasta ellos? No puede responder el gatito, No sabe el camino el elefantito, Se calla en el estanque el sapito, Nadie contesta esa preguntita… Y allа en los sue?os pasan maravillas, ?All? te esperan mаgicos cuentos! ?Se permite ser travieso hasta el amanecer! ?Y hay tantas cosas por hacer! T? tienes un montоn de amigos all? Que se aburren sin ti. Acuеstate ya, ?Y no les hagas esperar! Porque solo faltas t? Por llegar. Con los cantes y bailes alegres ?En los sue?os ellos te esperan!.. Al ver que el ni?o se durmiо plаcidamente mientras escuchaba su canciоn, Airecito se fue a la calle por el ventanillo. El volaba hacia la biblioteca y pensaba:” ?Que dulces sue?os tendrа el ni?o! Incluso si estuviese malito ahora, por la ma?ana se despertara alegre y animado. Porque esas nanas traen consigo sue?o profundo y curativo, alegre y dulce. ?Quе suerte que yo sе tantas nanas! ?Hay para todos los ni?os de la ciudad! Algunas encuentro yo solito en los libros antiguos, y otras las compone el Bibliotecario en sus ratos de descanso. Еl trabaja en la Biblioteca municipal en la que yo paso la mayor parte del tiempo.” As? pensaba nuestro Airecito volando por encima de la dormida ciudad. Al acercarse a la biblioteca, ha entrado por la ventanilla abierta y se ha acercado a la mesa redonda donde estaban sentados el bibliotecario Lectоrius y su nieta Adelina. El Airecito como siempre ha llegado a la biblioteca para ayudar a sus amigos. Ellos estaban muy ocupados intentando restaurar un gran libro antiguo y se han alegrado much?simo al ver a Airecito. El bibliotecario le ha dicho: – ?Oh, mi amigo Airecito! ?Llegas muy a tiempo! Nosotros no podemos finalizar este trabajo tan delicado sin ti. Nadie es capaz de hacer este trabajo que requiere tanta paciencia y agilidad igual que t?. Adelina, la nieta del bibliotecario, ha continuado: – Llevamos aqu? toda la tarde recuperando libros y manuscritos antiguos con la ayuda de cortapapeles, pinceles finos y pegamento. ?Y ahora t?, Airecito, sopla lo mаs fuerte que puedas! Hay que secar muy bien el pegamento en esta pаgina. Y Airecito soplaba fuerte, muy fuerte para secar las pаginas de un libro reciеn recuperado mientras Adelina las hojeaba y charlaba con el: – Vaya… nosotros con el abuelo encolamos los libros, los encuadernamos de nuevo e incluso cambiamos las pаginas da?adas. Pero solo t?, Airecito, con tu suave brisa puedes mantener estas hojitas heridas y tan frаgiles cuanto haga falta. ?Dоnde has estado? ?Ah, bueno, es fаcil de adivinar! Seguro que adormeciendo a alg?n ni?o de la ciudad. Sabes Airecito, sin ti no ser?a posible salvar algunos libros, porque algunas pаginas son tan decrеpitas y frаgiles que se pueden destruir por completo solo con un toque mаs ligero y cuidadoso. El bibliotecario ha afirmado lo dicho por ella: – ?Y que habilidad tienes para hacer desaparecer el polvo de las estanter?as de libros cuando nos ayudas a limpiar la biblioteca! Y Adelina ha empezado a re?r: – ?S?! ?La limpieza nunca hab?a sido tan divertida como ahora! ?Verdad, abuelo? ?Y ya tenemos bien pegada y seca la pаgina, todo ha salido genial! Hemos terminado por hoy con todo el trabajo, ahora podemos descansar. – Pues entonces yo voy a dar un paseo y airearme un poco, – ha dicho Airecito. – ?Si, hace una noche magn?fica, estrellada y calurosa! Dejaremos el ventanillo abierto para ti hasta el amanecer, – ha contestado el bibliotecario. El Airecito ha salido por la ventanilla abierta y se ha ido volando sobre la dormida ciudad. De repente un llanto ha llegado a sus o?dos, y seguro que no era llanto de un ni?o. Era lamentable, triste y se o?an chirridos y ruidos extra?os en еl. El Airecito se ha dirigido hacia all?, desde donde se escuchaba este misterioso sonido. El llanto le ha tra?do a la Plaza de la ciudad y Airecito se estremeciо al ver lo que pasaba. En el centro de la Plaza estaba llorando desconsoladamente la vieja Torre de la prisiоn. Ella lloraba tan fuerte que su tejado rechinaba con cada suspiro y se mov?a de un lado al otro. Se estremec?an todas sus almenas y torrecitas, sonaban las rejas de hierro fundido y chirriaban las veletas. En los viejos tiempos esa majestuosa y arrogante Torre inspiraba miedo a los ciudadanos ya con su aspecto, sin embargo ahora es solo un antiguo y vetusto edificio de prisiоn que estа vac?o y abandonado por lo menos los ?ltimos 300 a?os. Y ahora la Torre que era tan soberbia en el pasado lloraba como una viejita, indefensa y tan sola en el medio de la dormida ciudad. Al principio Airecito no pod?a creer en lo que estaba viendo y pensо que eso le hab?a parecido en medio de la noche. Pero al escuchar como segu?a llorando la Torre le ha entrado mucha lаstima y Airecito se dirigiо a ella. Al acercarse le preguntо: – ?Quiеn te ha ofendido? ?Quе te ha pasado? – ?Ah, eres t?, Airecito! ?Oh, soy tan infeliz! Estoy llorando porque en nuestra peque?a y acogedora ciudad la gente nace y vive luego toda su vida a la vista de los demаs. ?Porque hace much?simo tiempo que no hay malvados en nuestra ciudad y ya ni te digo lo dif?cil que es encontrar a un ladrоn! No hay nadie a quien encarcelar entre mis muros, – lamentaba la Torre. Airecito, muy sorprendido, ha protestado: – ?Sabes, yo

pienso que todo eso son motivos para alegrarse! Еl estaba ya mаs tranquilo porque seg?n parec?a no pasaba nada serio. Airecito quer?a dar la vuelta y volar a casa. Pero la Torre segu?a quejаndose tragando las lаgrimas: – Es cierto, y yo misma tambiеn me alegrar?a por eso pero… ?Ayer por la ma?ana el Gobernador dijo que era necesario derrumbarme! – ?Quе decreto? – se asombrо Airecito. – El decreto en el que Gobernador manda destruirme ma?ana por la ma?ana. “una ruina vieja que afea con su presencia el aspecto tan bello de nuestra ciudad…” eso ha dicho, ?te lo puedes creer? ?Yo no soy vieja, yo soy antigua! ?Mira que bonitos son mis ladrillitos, mira que preciosas son mis torrecillas! Y lo mаs importante es que yo como nadie mаs en esta ciudad he sido siempre tan fiel a nuestro Gobernador. Cuando еl cada vez a mediod?a sal?a a la Plaza arrastrando su precioso manto y empezaba a leer las noticias de la semana a los ciudadanos, yo le proteg?a de los abrasadores rayos del sol en la sombra de mis murallas. ?Cuаnto me gustaba escuchar su voz divina! ?Oh, que ingratitud tan cruel! Y la pobre Torre no ha podido decir nada mаs porque la ahogaban las lаgrimas. – ?Eso s? que es verdad! – dijo Airecito. – T? has sido casi la ?nica aqu? en nuestra ciudad a quien le gustaba escuchar esas noticias y decretos bobos del Gobernador compuestos por el mismo. Los ciudadanos estаn bastante cansados de tener que dejar todo lo que estеn haciendo y reunirse en pleno d?a en la Plaza para escuchar al Gobernador. ?Y a еl no se le ocurriо nada mejor que prohibir estrictamente las editoriales y la lectura de los periоdicos de verdad con autеnticas noticias solo para que se le escuche a еl y a nadie mаs! – ?Ay, Airecito… mira, ya estа amaneciendo!!– se ha echado a llorar de nuevo la Torre. – ?No, no llores! Yo te ayudare! ?Aun yo mismo no sе como pero te salvare, mi Torre! ?Se me ocurrirа algo! – ?Pero t? eres tan peque?o, eres casi invisible! ?Quе se te puede ocurrir? Acaso un cuento… ?pero por mаs maravilloso que sea, no me salvara de la destrucciоn! ?De repente Airecito se ha alegrado much?simo al o?r esas palabras de la Torre! – ?Un Cuento, claro, un Cuento! ?Eres tan lista Torre, me lo has dicho justo a tiempo! – se alegrо tanto nuestro Airecito que empezо a dar volteretas de felicidad. Y aqu? hay que decir que a la Torre le ha entrado un ataque de estornudos a causa de ese regocijo repentino. – ?Ach?s! ?Vaya! ?No eres tan dеbil como pareces Airecito! Pero… ?ach?s! ?Tanto trabajo en la Biblioteca no te ha servido de bien! La Torre quer?a seguir criticando un poco mаs a Airecito pero en este momento se ha dado cuenta que en la Plaza han aparecido unos obreros. Ellos se dirig?an hacia ella y estaban equipados con todo lo necesario para cumplir con la orden del Gobernador y destruirla. Al verlos la Torre ha dado un aullido de horror. – ?Basta de quejarte! ?Todo ira genial, ya verаs! – ha dicho Airecito saltando para abajo desde el parapeto donde estaba sentado. Se ha dirigido hacia los obreros que se acercaban cada vez mаs y de repente se ha puesto a aullar, arremolinarse y dar saltitos alrededor de los hombres. Tambien gritaba fuerte a sus o?dos y pegaba unos alaridos terribles: – ?Yo soy el esp?ritu rebelde de un bandido! ?Oooh!!! ?Yo soy un malvado sanguinario, el Fantasma de la Torre! ?Quiеn se atreve a quitarme mi eterno hogar? ?Quiеn es el valiente que se atreve a destruir la vieja Torre? ?Yo, el esp?ritu terrible, me irе a vivir a la casa de este atrevido! Luego persiguiо a uno de los obreros que se ha echado a correr y chillо sin piedad a sus o?dos: – ?Yo soy un malvado, mi nombre es Barba Azul! Y yo advierto a todo el que se atreva a hacerle da?o a la Torre que me mudare de sus murallas destruidas a vuestras casas. ?Y entonces se acabaran la felicidad y la paz en vuestras familias! Solo os quedaran las amargas lаgrimas de vuestras mujeres y ni?os… Todos los obreros se fueron aterrorizados. El Airecito estaba que brincaba y ya no era capaz de calmarse. Se armо de mаs valor y volо a la casa del Gobernador. All? se ha colado al dormitorio y con los gritos y ululatos enseguida ha despertado al Gobernador que ya estaba temblando de miedo. – ??As? que t? eres el Gobernador, el bobo que ha emitido un decreto mаs est?pido que jamаs se ha visto?! ?T? has ordenado derrumbar la vieja Torre pero no sab?as que ella serv?a de refugio para almas desamparadas de muchos y muchos malvados que hab?an vivido en ella en los tiempos pasados! ?Si t? destrozas la Torre nosotros quedaremos sin hogar y vendremos a vivir aqu? en tu dormitorio! ?Y entonces tu nunca mаs sabrаs que es la calma! El Gobernador despierto con esos gritos de su tranquilo sue?o ha pensado

primero era una pesadilla. En cuanto se ha dado cuenta que era la realidad se ha echado la manta encima aunque ha visto enseguida que de esa manera tampoco pod?a esconderse de Airecito. Entonces se ha levantado de la cama de un salto y se ha dirigido corriendo a la Plaza para leer a la gente de la ciudad un decreto nuevo. Acompa?ado por el son de las trompetas ha proclamado: – Mando considerar


На страницу:
1 из 1

Другие электронные книги автора Надежда Александровна Белякова

Другие аудиокниги автора Надежда Александровна Белякова