Despuеs, Аngel jugо unos minutos con el consolador, sacudiеndolo y haciеndolo girar. Sent? que mi ano se relajaba, que la tensiоn de los m?sculos de mi esf?nter disminu?a.
Entonces o? el silbido del aire que Vanka expulsaba del tubo. Tirо ligeramente de la manguera y el dilatador casi saliо de mi ano. Mi hermano se asombrо de lo dilatado que estaba mi ano.
Cuando mantuve las nalgas abiertas, Аngel pudo inspeccionar libremente la superficie de mi recto. Sab?a que ten?a que actuar con rapidez; de lo contrario, los resultados de su trabajo se echar?an a perder, porque el esf?nter empezar?a a volver a su tama?o original.
Аngel introdujo otra buena porciоn de lubricante en mi ano con el dedo, y luego cogiо un consolador grande, el ?ltimo en esta fase.
Ahora quer?a descubrir los verdaderos l?mites de mi ano. El consolador hinchable hizo un buen trabajo, y la punta del nuevo juguete de Аngel se deslizо fаcilmente en mi dilatado orificio anal. Gem? con cada movimiento de mi hermano mientras tiraba, flexionaba y empujaba el consolador hacia mi recto, cada vez un poco mаs profundo.
– Oh, Dios… Es tan grande… Tan grueso. Me ha llenado todo el culo.
Empujе y me relajе en sincron?a con los movimientos de Аngel, y el enorme consolador penetrо lentamente en mi ano. Pude ver que mi hermano estaba muy concentrado. Su mirada estaba fija en el consolador que desaparec?a dentro de m?, y sus labios se mov?an, instаndome silenciosamente a entregarme por completo al consolador, a absorberlo todo.
De repente se topо con un obstаculo -una curva, como еl lo llamaba- y el consolador no avanzо mаs. Empujе, Аngel doblо el juguete, apuntаndolo a otro punto, pero todo esto no ayudо a que la punta roma del consolador de goma pasara por el estrecho lugar de mis intestinos. Y cada vez que mi hermano lo intentaba, yo gritaba de dolor.
– Mierda, Аngel. Para, por favor. Dejеmonos de juegos, ya ves, no puedo con todo. ?Por favor! – le supliquе.
Pero Аngel no parо. Me dijo que me moviera hacia atrаs hasta que mis nalgas estuvieran completamente sobre la silla. Entonces mi hermano me separо el tobillo derecho y la mu?eca derecha, y luego los entrelazо. Аngel dio la vuelta a la mesa y repitiо la manipulaciоn en mi lado izquierdo.
Luego, sujetando firmemente la polla de goma dentro de m?, me ayudо a darme la vuelta, primero de lado y luego boca abajo. Аngel me dejо descansar un rato y luego me puso la mano en la cintura y me ayudо a ponerme a cuatro patas. Me doblе por la mitad, con los tobillos sujetos a las mu?ecas, las rodillas y las piernas abiertas bajo el torso.
– A veces basta con un simple cambio de postura -dijo Аngel con calma.
Mi hermano empezо a flexionar el falo, a sacarlo y a volver a introducirlo en mi culo.
– Empuja, ay?dame, – me pidiо.
Empujе y empujе el consolador hacia fuera, retorciеndome delante de Аngel, acompa?ando cada movimiento con jadeos y gemidos. Mi hermano cambiо de enfoque, empujando mаs hacia la izquierda y hacia arriba, hacia la parte baja de mi espalda, flexionando enеrgicamente los ?ltimos diez cent?metros de la polla de goma. Finalmente, sintiо que empezaba a moverse. Y yo tambiеn lo sent?.
– ?Oh, Dios! ?Аngel, tengo el culo lleno de esta goma! – gem? cuando mi hermano introdujo los ?ltimos diez cent?metros en mi ano.
– Relаjate, cari?o -dijo Аngel suavemente-. – Ya me la hab?a metido hasta el fondo.
No me lo pod?a creer. Me la hab?a metido entera y hab?a sobrevivido. Me sent?a muy llena, pero no tanto como con los enemas. De hecho, ahora que todo el contenido estaba dentro de m?, ya no me sent?a mal. Y las sensaciones en mi ano estaban empezando a excitarme de nuevo…
El olor de una polla dura
Аngel me separо las mu?ecas y los tobillos y me volviо a atar las mu?ecas al cinturоn de BDSM. Sacо una correa de cuero en forma de Y que atо por delante a las dos anillas de mi cinturоn, la pasо por la anilla de la base del consolador que sobresal?a de mi ano y la atо a la anilla de la parte posterior de mi cinturоn.
– Ahora no saldrа de tu culo, – me dijo Аngel confidencialmente. – Bаjate de la silla y arrod?llate delante de m?.
Me bajе torpemente de la silla y me arrodillе. Pod?a oler el olor almizclado de su polla erecta mientras caminaba hacia m?.
A medida que me arrodillaba delante de Аngel, la presencia de la polla de goma en mi ano me resultaba cada vez mаs incоmoda. Mientras estaba a cuatro patas sobre la silla, doblada, era bastante tolerable. Pero cuando Аngel me hizo arrodillarme y enderezarme, sent? inmediatamente el tama?o y la posiciоn del consolador con todas mis entra?as.
Era como un fuerte estre?imiento, y esperaba que el alivio llegara pronto. Аngel me sujetо la cabeza con una mano, acariciаndome la nuca, y la otra entre los omоplatos, atrayеndome contra еl para que sintiera el calor de sus muslos contra mis pechos. Masajeаndome la espalda y el cuello, mi hermano hablо en voz baja y suave.
– Estoy muy orgulloso de ti, hermanita -comenzо-. – Has sido valiente y obediente, y he conseguido lo que tanto hab?a so?ado.
– ?So?abas con esto? – Me sorprendiо.
– S?, y durante mucho tiempo…
– ?Por quе nunca me lo contaste?
– Bueno, somos hermanos, cоmo puedes decir una cosa as?… Ni siquiera he podido decirlo hoy, sоlo me he tomado una copa y me he vuelto mаs audaz.....
– Me alegro de que te hayas atrevido y me lo hayas propuesto. – Sonre?.
– Yo tambiеn me alegro mucho. Antes de que acabemos hoy, te darаs cuenta: todo lo que hice lo hice por una razоn, pero con un propоsito. Te darаs cuenta y me lo agradecerаs. Ahora, ?estаs listo para jugar conmigo despuеs de toda esta preparaciоn?
– Sigues preguntando, Аngel. Llevo mucho tiempo preparada -respond?, esforzаndome por no mostrar lo ansiosa que estaba por pasar a la siguiente fase.
– Bien, entonces levаntate e incl?nate sobre la silla por m?, una ?ltima vez.
Аngel sonriо cari?osamente y me ayudо a ponerme en pie. Me inclinе sobre la silla, separando las piernas.
– Bien -dijo mi hermano-. – Ahora ensе?amelas.
Me llevе la mano al culo una vez mаs. El consolador de mi ano era tan grueso que lo alcancе con la punta de los dedos mientras separaba las nalgas.
Sent? que Аngel desataba la correa de cuero de mi cinturоn y la sacaba de la anilla situada en la base del monstruoso consolador. Entonces, para mi deleite, sent? cоmo el cuerpo extra?o abandonaba mis entra?as.
Mi hermano tirо de еl lentamente, retorciеndolo de un lado a otro antes de sacar finalmente el consolador de mi ano. Colocо el horrible instrumento frente a m?, y me quedе asombrada al introducirlo en m? prаcticamente en toda su longitud.
– No tengo ning?n otro juguete en mi arsenal que sea tan enorme -dijo Аngel confidencialmente-. – Ahora podemos concentrarnos en el placer. Levаntate, tenemos una cosa mаs que hacer.
Ahora… ??Una cosa mаs?! Sent? que me invad?a una oleada de pаnico. Аngel, perspicaz como siempre, me tranquilizо:
– No te preocupes, tonta. Sоlo un poco mаs de lubricante y un poco mаs de limpieza, – y me llevо al cuarto de ba?o. All? cogiо una jeringuilla grande.
– La jeringuilla estа llena de lubricante de menta. Te producirа un agradable cosquilleo en el interior, y tambiеn te dejarа el culo h?medo y resbaladizo durante unas horas, lo que me permitirа follаrtelo todo el tiempo -anunciо-. – Ahora mеtete en la ducha.
Obedec?.
– Incl?nate un poco hacia delante. Las piernas separadas. Ensе?amelo, – me ordenо Аngel.
Me inclinе, un poco torpemente, y le expuse mi entrepierna. Mi hermano introdujo la punta de 20 cent?metros en mi ano, pero apenas la sent?. Sоlo sent?a el receptаculo entre mis nalgas y las manos de Аngel apretаndolo.
Con ambas manos apretо el contenido de la jeringuilla en mi interior en unos diez segundos. Luego apretо con fuerza el recipiente contra mi ano distendido para mantener el l?quido dentro.
– Relаjate, hermanita. Vamos a mantener el lubricante dentro de ti durante un rato para que te recubra todo el recto.
Soltе las nalgas y me relajе. Empecе a sentir un agradable calor dentro de mis entra?as. Era inusual, pero agradable, y decid? disfrutar de la sensaciоn mientras pudiera. Al cabo de unos minutos, Аngel sacо la punta. El lubricante brotо de mi ano y fluyо por mis piernas hasta el orificio de drenaje. No fue como los enemas anteriores. No sent? calambres, dolor ni molestias: el espeso l?quido fluyо libremente fuera de m?. No pod?a retenerlo aunque quisiera.
Esperaba que Аngel me lavara despuеs o me dijera que me duchara. Pero, para mi sorpresa, mi hermano me desabrochо las mu?ecas y me dijo que me quitara el cinturоn y las esposas. Me dio una pastilla de jabоn y un bote de champ? y me dijo que me limpiara para еl. Sent? que la hora "X" se acercaba rаpidamente y mi ?tero empezо a contraerse y desencajarse activamente en la anticipaciоn.
– Y no te atrevas a masturbarte, ?ni se te ocurra! – me advirtiо Аngel. – Si lo haces, te arrepentirаs mucho.