Оценить:
 Рейтинг: 0

Sabor al amor prohibido. Crónicas del Siglo de Oro

Год написания книги
2018
<< 1 ... 10 11 12 13 14
На страницу:
14 из 14
Настройки чтения
Размер шрифта
Высота строк
Поля

En este preciso momento abrió la puerta, y Roberto con otros caballeros que estaban esperando en la habitación adyacente, entraron corriendo al salón, se acercaron al malhechor, y, con la rapidez de un rayo, lo capturaron y lo ataron. Este ni siquiera pudo defenderse o pronunciar una palabra.

Roberto con ayuda de dos compañeros suyos, llevó a su pariente a la calle, los demás trajeron caballos de la cuadra que estaba detrás de la casa. El desafortunado José María fue enarbolado a su caballo y este convoy formado por los caballeros de Su Majestad, estando a la cabeza Roberto, fue mandado directamente a Toledo, al Tribunal de la corte.

Doña Encarnación y Marisol parecían ni muertos ni vivos después de todo lo sucedido. Sólo al pasar una hora empezaron a volver en sí y se dieron cuenta por fin, que nadie les amenazaba más; así que pudieron tomar aliento.

Diez días después, el dichoso pariente de la familia Echeveria de la Fuente fue juzgado por el Tribunal del Rey y condenado al exilio del país a las colonias, por la pérdida del honor de caballero.

Roberto Echevería personalmente, le escoltó hasta Cádiz, donde el prisionero fue colocado en un navío que le iba a llevar a las islas para cumplir la condena.

Terminado el asunto, Roberto volvió a la casa y comunicó que nada más amenazaba a su familia. Todos los habitantes de la casa, por fin, podían dormir en paz.

– Y ¿si de repente huye y vuelve por aquí? – preguntó Marisol cautamente.

– Es posible, pero muy poco probable. Espero que se quede allí para siempre. Así que podéis vivir tranquilas.

Por la tarde Doña Encarnación organizó una pequeña cena familiar para celebrar aquel evento, a donde invitó a sus hermanas, tías de Marisol y a su abuela. Todos se alegraban por la prodigiosa liberación del peligro que amenazó a toda la familia, agradeciendo a Roberto por la discreción.

– Y ahora, ¿qué piensas hacer, mi hermana? – le preguntó a Marisol Roberto después de la cena – ¡no estaría mal que te buscáramos a un novio!

– Pienso irme a Andalucía para unos meses – le contestó Marisol – por aquí, en Madrid, sólo tengo disgustos. En nuestra finca me siento bien y tranquila. No importa que pronto llegue el invierno, no le tengo miedo.

Doña Encarnación se apenó, al saber de la decisión de su hija.

– Estarás sola allí, hija mía – le dijo con un suspiro – Y yo también me quedo sola en nuestra casa, pero tengo que estar aquí. ¡Ojalá que por lo menos Roberto se case pronto para que pueda criar a mis nietos!

– No te preocupes por mí, mamá – le consolaba Marisol. Allí estaré muy bien en nuestra casa antigua, en nuestro jardín tan grande y hermoso, no importa en qué estación del año estemos; por aquí tienes a mis tías y a mi abuela, además Roberto y Jorge Miguel van a ir a visitarte con más frecuencia.

Quiero vivir allí unos meses para tranquilizarme, – añadió – ya pensaré que voy a hacer. Por aquí no me siento bien, parece que las mismas paredes me aprieten; ni siquiera puedo continuar mis ensayos con el coro, ya que todos vieron aquel incidente con José María. Ya no sé que puedan pensar de mi.

– Bueno, quizás, en realidad, así será mejor para ti – suspiró Doña Encarnación – vete con mi bendición, hija mía, ¡quién sabe!, acaso allí, en Córdoba, hallarás a tu prometido.

Por la mañana del día siguiente, a la entrada de la casa, a Marisol ya estaba esperándola el coche, para llevarla a Andalucía. La muchacha llevaba consigo a Silvia, su nueva sirviente. Su hermano Roberto debía acompañarla hasta Toledo.

Doña Encarnación lloraba abrazando a su hija y despidiéndose de ella. Al subir al coche, la muchacha extendió su vista mirando su casa por última vez. Pensó que su vida anterior se quedaba atrás. Le parecía que algo maravilloso, por fin, debía ocurrir en su vida, sustituyendo todas las penas y disgustos de los últimos años.

Por eso Marisol, con alegría, miraba los paisajes de la Castilla otoñal que pasaban ante su mirada, a través de las ventanillas del coche que la llevaba fuera, lejos de Madrid, al encuentro de una vida nueva.

Capítulo 14

Al cabo de unos días, Marisol llegó de nuevo a su querida finca en Andalucía. Estaban a mediados del mes de Octubre. Los árboles en el jardín y arboledas de alrededor ya empezaban a obtener los hermosos matices del otoño. En el jardín los campesinos recogían la cosecha de frutas. Una parte de la cosecha Don José la enviaba con carretería a Madrid, el resto la vendía a comerciantes.


Вы ознакомились с фрагментом книги.
Приобретайте полный текст книги у нашего партнера:
<< 1 ... 10 11 12 13 14
На страницу:
14 из 14