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90 millas hasta el paraíso

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Pues, volvamos a nuestro hеroe-amante. Jean-Baptiste Moliеre, autor del inmortal “Tartufo”, cierta vez notо con aire de clarividencia: “Los envidiosos morirаn, pero la avaricia – nunca…” Lаzaro sufr?a de un malestar espiritual, viendo a una cubanita, paseando con alg?n extranjero a lo largo de la playa. Los dos se las daban de ser una pareja de amantes, arrullando como tortolitos.

Una cosa es el sexo inofensivo, lo que te da una posibilidad segura, al 100%, de conseguir divisas. No ve?a nada reprensible en tal tipo de “iniciativa empresarial”. Pero es completamente otra cosa entablar relaciones duraderas con estos acicalados dandis. ?He aqu? donde yace la verdadera traiciоn! As? opinaba el mujeriego Lаzaro, el Don Juan local, siendo antes barman, nunca desde?aba arrancar sus intereses de las amiguitas, que fueron ofrecidas a los europeos. No le acusaba la conciencia cuando este viv?a a expensas de las mujeres ca?das. Otra cosa le sacaba de quicio – cuando las citas breves iban cobrando un carаcter mаs serio. Entonces la indignaciоn del ex barman se transformaba en ira y acababa en palizas y golpes contra las compa?eras.

Justamente ahora, en “La Cueva del Pirata”, adonde trajo a Elizabeth la despreocupaciоn rаpidamente cambiо por la irritaciоn. Los nervios se rebelaron porque este lugarcito de moda estaba lleno de parejas de enamorados, donde desempe?aban el papel de machos los ricachones europeos y las hembras, conforme a la definiciоn de sicolog?a, eran sus compatriotas. ?Tontas! ?Estаn listas a entregarse por un ron con cola y bombones! ?Quе beneficios se esfuman!

Su alma baja de proxeneta requer?a de еl nuevas acciones y actividades. Pero ahora, cuando en el horizonte se vislumbraba la perspectiva de Miami, Lаzaro no empezar?a a ofrecer su mediaciоn a unas mozas poco conocidas. Los “mastines” lo ten?an fichado en una nоmina especial. ?Val?a la pena arriesgarse en minucias, ya que un gran dineral estaba a la vuelta de la esquina, tras una bah?a? Se hac?a frenar con la idea de que su iniciativa empresarial, a la que en Cuba nadie toma en consideraciоn, en plena medida serа ?til en realidad en una gran operaciоn. Para este asuntito se necesitarа no solo un fuerte y seguro barquito, sino una astucia incre?ble, de la cual еl dispon?a indudablemente. La recompensa serа el sue?o americano hecho realidad. Por eso no se ha de cazar al zunzuncito[7 - Zunzuncito – pаjaro mosca, o elfo de las abejas (Mellisuga helenae) es la especie mаs peque?a de los colibr?es y de las aves en general.], cuando al pie de la catarata hay una bandada de flamencos rosados…

Se llevarа lo que merece debido a su talento. ?Vivir como toda esa gentuza, no es para еl! Que crean en los cuentos de Castro sobre la vida modesta, pero llena de dignidad humana, los fanаticos de еl. El mundo a nuestros pies, a eso debemos aspirar. Las doncellas prefieren a los se?ores adinerados. Ellas se lanzarаn tras еl, como lo estа haciendo la fe?cha Eliz – ella es su entrada al para?so. Se ha de llevar adicionalmente a Miami a su mocoso. ?Oh! Como se revelan los gastos de la afecciоn maternal. ?Quе bueno es que al tonto Juan Miguel lo haya alejado de ella!

– ?F?jate como este gordinflоn estа bailando la salsa! ?Le tiembla la barriga como una bolsa de agua caliente! – Lаzaro meneо la cabeza en direcciоn al marinero inglеs. Este llevaba una barba art?stica y estaba danzando con torpeza al estilo “latino”.

A Elizabeth le hizo sonre?r la apariencia del amante del mar, en especial, cuando aquel metiо en la boca una pipa grande y empezо a echar humo como un tren blindado. El contenido de su barriga se vert?a de la izquierda a la derecha como si fuera leche en la ubre de una vaca.

“Ella es igual como todas las otras – pensо Lаzaro – ?Plebe! Cоmo les puede divertir ese deforme pretencioso ricachоn, que hab?a tra?do a Cuba su desmesurada figura, para que la rasparan con sus lenguas casi gratuitamente nuestras chicas tontas.”

– ?Quе t?o gracioso! – re?a a carcajadas la joven mujer.

En torno al barbudo daban vueltas varias mulatas. Sin embargo, a Lаzaro nadie podr?a convencerle de que las chicas solamente decidieron respaldar, al que se hizo recientemente el centro de la atenciоn, bailador de poca val?a, valiеndose realmente de sus “pasos” profesionales, aprovechando sus culos, que temblaban como tambores.

Las bailadoras no se dispon?an a galantear al gordinflоn con la cara abofada, y por a?adidura, bizco y chueco. Terminada la m?sica, todos los miembros del show improvisado se incorporaron a algo suyo. El inglеs no quedar?a en soledad, pero estas dos compa?eritas de la improvisaciоn no estar?an en compa??a con еl. En cuanto a Lаzaro, еl odiaba precisamente a estas, lo que le comunicо a Elizabeth:

– ?Quе te parece, no le impedirа la grasa adue?arse de las dos?

– Yo cre?a que tienes celos solamente de m? – improvisо Eliz.

– ?Hay motivo?

– Muеstrame a un macho, y siempre habrа motivo alguno – bromeо ella.

– Estoy seguro de que este gordinflоn serа aprovechado no como macho, sino como medio de traslado a Europa.

?Puedes, aunque sea por un instante relajarte? ?Aqu? reina la alegr?a! ?Para quе se ha de complicar todo? – se amargо la chica – T? mismo me trajiste aqu?. – Aunque te dec?a que no pod?a ir.

Ahora estаs vertiendo la furia en aquellos que vemos por primera vez y quizаs sea la ?ltima.

– No les tengo rabia a ellos, sino a m? mismo – de repente la besо y continuо – Porque no puedo comprarte a ti toda suerte de cosas, o sea lo que puede regalar a estas dos chicas el gordinflоn con la barba de chivo.

– No me hace falta nada – asegurо Elizabeth.

– Yo s?, que lo necesito – soltо avinagradamente Lаzaro.

– Qu?tate los complejos innecesarios – aconsejо Eliz – En el amor no sirven para nada. Lo mаs maravilloso del mundo estа ya a tus pies. Soy tu esclava. ?Quе mаs necesitas?

– Quiero ver el mundo y tirar la casa por la ventana en otros pa?ses, como lo hac?an los yanquis en Cuba antes de la revoluciоn.

– No es obligatorio ver todo el mundo para comprender que no hay otro pa?s, que sea mаs hermoso que el nuestro – soltо con seguridad Eliz.

– ?Estаs segura? – se rio sin ganas Lаzaro – Es que no disponemos de la posibilidad de comparar.

Elizabeth hizo una pausa antes de contestar a tal argumento fundamentado. Luego dijo:

– Para quе comparar lo nuestro y lo ajeno. Lo ajeno puede ser mаs grande y mejor, pero lo nuestro siempre es mucho mаs querido… Ademаs, no todos los yanquis tienen la posibilidad de tirar el dinero. Y a?n mаs… Ellos pagan por lo que aqu? se nos ofrece gratuitamente y para siempre. Llеvame a casa, ya estа saliendo el sol…

Lаzaro tuvo que obedecer a la patriota incorregible. Quе vas a hacer, habrа que aguantar su rebeld?a. Sea como sea, en que yace este amor ilimitado hacia el pseudo para?so socialista con su sistema de racionamiento y pesos diferentes para los turistas y la gente local. Por lo visto, el imbеcil Juan Miguel le metiо en la cabeza sus convicciones procastristas, quizаs еl solamente sepa argumentar ante las infames. Todo lo restante lo hacen para otras personas.

Ese d?a Lаzaro supo apoderarse de la ex esposa de Juan Miguel en el salоn de su chatarra directamente ante el portal de su casa. Al amante le excitaba la propia proximidad del ya ex marido de su cari?o actual. Tal situaciоn daba lugar a sentir su superioridad varonil. Su vecina, mujer entrada en a?os, do?a Marta fue testigo de una conducta incalificable de Elizabeth. Esta decidiо, que despuеs de lo visto, no se saludar?a con la ingrata Eliz. Y al mismo tiempo no contar?a nada al pobre Juan Miguel. La mujer no quer?a hacer disgustar a este buen joven, que se pasaba el d?a entero con el peque?o Eliancito, dejando aparte su tiempo libre. Es claro, no era una persona impecable, como lo son realmente los varones, pero hasta ahora, por lo visto, estа ciego de amor por una zorra indigna, ya que sigue viviendo tras el divorcio con ella bajo un mismo techo.

Todos cre?an que Juan Miguel y Eliz alg?n d?a volver?an a unirse obligatoriamente. Ya que los dos quer?an apasionadamente a su hijito. La gente creerа de buena gana en un cuento, y no en el reportaje en directo de un testigo de vista. Do?a Marta lamentо tener un insomnio progresivo, que hubiera armado un lavado a la madrugada y hubiera puesto a secar la ropa. Ahora la mujer sabe mucho mаs de lo que necesita y eso empeora el proceso del sue?o. Es malo que te convenzas una vez mаs de la injusticia del mundo. Es bueno que esta provenga solo de la gente imperfecta.

Cansada Eliz se dejо caer al sofа y al instante se durmiо, as? pasо inadvertido un pintoresco amanecer incre?ble. Un ligero vientecito del ocеano ahuyentaba las bandadas de cirros, dando el camino al sol que se despertaba. Este resplandor pol?cromo se revelaba en las formas de colores lila, rosado o azul. Era, ni mаs ni menos, una autеntica obra maestra. Aqu? uno contempla un milagro prosaico, el que no puede ser captado por los seres altivos, y que se abre tan fаcilmente a los que pueden sentir el dolor ajeno como el suyo propio, y alegrarse tanto de los еxitos propios como de los demаs…

* * *

Juan Miguel fue el primero en despertarse. Hoy era un d?a no laborable, lo que significaba que еl deb?a cumplir la promesa dada al chiquillo Eliancito y dirigirse a Camag?ey para mostrarle un pez exоtico, un marl?n azul, y tiburones amaestrados.

Los amigos-buceadores siempre lo recib?an y atend?an como al huеsped mаs deseado. Ya hace mucho tiempo que no quer?a solo admirar los extravagantes palacios submarinos de arrecifes de coral.

Eliz trabajaba todo el tiempo. Completamente otra cosa era Eliаn, este recordarа para siempre la primera odisea subacuаtica. Estando en la misma costa, uno puede contemplar los bancos de coral y los peces tropicales en la Playa Santa Luc?a. All? le ense?arа a Eliаn cоmo nadar a estilo braza, ya que su hijo hasta el momento solo asimilо su propio estilo de nadar, no aprobado por el Comitе Ol?mpico Internacional. All? le permitirа al hijo que se ponga el traje de buzo, le ense?ara cоmo se ha de ajustar la careta y usar el balоn de ox?geno, le permitirа sumergirse unas veces bajo la vigilancia del instructor, el cual le relatarа sobre la vida de los buceadores.

Los muchachos zambullistas se especializaban en entrenar a los peque?itos. Dec?an que dispon?an de equipos de buceo de tallas peque?as y sin riesgo alguno se pod?a sumergir a Eliаn, atado a un cable, de unos cinco metros. Juan Miguel rechazо rotundamente esta idea. Para quе acelerar los acontecimientos. Para la segunda ocasiоn del programa ideado esto era mаs que suficiente.

– ?Papа, veremos los buques hundidos? – segu?a preguntando el chiquillo acalorado antes de emprender una lejana traves?a mar?tima en espera de un milagro.

– Esto serа un d?a de entrenamiento. Los galeones, de los piratas y espa?oles, no desaparecerаn hasta la prоxima visita mаs profesional tuya. Cabe decir, para ese momento ya habrаs aprendido a nadar a estilo braza. Te lo prometo.

– Comprendido – lo aceptо Eliаn.

Eliancito nadaba bastante bien, y para un ni?o de seis a?os eso ser?a algo excelente. Solamente se agitaba mucho, y por eso se cansaba pronto. Al tragar una considerable porciоn de agua salada, empezaba a entrar en pаnico, pero era un tipo especial de pаnico – taciturno, tesonero y lo paradоjico era que eso fuera fundamentado.

S?, ten?a miedo, pero no de ahogarse. Tem?a reconocer a papа abiertamente su estado de insolvencia. Es que еl ya es adulto, sabe nadar. A?n sab?a que su papа estaba al lado, a unas diez yardas. El padre estа observаndole y controla la situaciоn y en el caso de que su hijo de veras empiece a ahogarse siempre lo sacarа del agua o le echarа un salvavidas. Algo parecido ocurriо el oto?o pasado. En la еpoca de las lluvias en la playa Cayo-Sabinal…

Aquel d?a los amigos –buceadores los llevaron en una lancha peque?a de un embarcadero en Playa Santa Luc?a hasta un lugarcillo maravilloso, declarado como reserva nacional. Aqu? numerosas bandadas de flamencos compet?an exhibiendo su finura y elegancia con los ibis blancos y lindaban con legiones de tortugas marinas, pesadas y torpes tipo Chaelonidae, que tomaban el sol. A una de estas el chiquillo hasta pudo tocarle el caparazоn de la tortuga.

Cuando Pedro el amigo de Juan Miguel, el instructor de buceo, le mostrо al ni?o una pesad?sima barracuda que acababan de capturar, Eliаn estaba loco de admiraciоn y quiso tocarla. Apenas hubo rozado la aleta del pez, este bruscamente moviо la cola y se contrajo, y un poco mаs se habr?a deslizado de las fuertes manos del t?o Pedro.

Unаnimemente se decidiо que hab?a que fre?r a la intratable moradora del ocеano en una fogata y comerla por complacer el apetito que se hab?a desatado. Fue preparado un plato exquisito en el propio litoral. Una vez terminada la comida, el padre pidiо a Eliancito que le ayudara a recoger la basura – ya que no se permit?a dejarla en la blanca arena cubana.

Organizaron el fest?n en la misma lancha. Habiendo tomado un tentempiе, los viajeros se dirigieron hacia la bah?a de Nuevitas, a una cueva rocosa, un paraje muy elogiado solamente entre los conocedores de tales maravillosos lugares costeros. Aqu?, probablemente, escond?an sus botines los corsarios de Henri Morgan – filibustero inglеs que horrorizaba la Corona espa?ola.

– Aqu? tienes veinte y cinco centavos – entregando al hijito la moneda, Juan Miguel le advirtiо en voz baja que Eliаn deb?a entrar solo en la cueva – tales son las reglas. De otra manera el Santo Cristоbal no cumplir?a tu deseo. Lo debes pronunciar con susurro y solo una vez, tapando la boca con la palma de la mano. De este modo… Solamente a las paredes se les permite o?r los deseos ?ntimos de los ni?os peque?os y hacerlos pasar a la consideraciоn del Santo Cristоbal. En las paredes se puede confiar, ellas pueden guardar los secretos.

– ?Se puede encargar solo un deseo? – Eliаn, con los ojos desorbitados, pronunciо intimidado.

– Solamente uno, lo mаs importante – afirmо el padre – Por eso, m?ralo bien antes de que le pidas algo.

– ?Puedo pedirle una patineta autеntica? Es que la m?a, hecha de una tabla y cojinetes, la vienes reparando cada d?a.

– Ya no se puede, es que me has contado lo de tu deseo recоndito, y yo te advert? que lo guardaras en estricto secreto.
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