_ ?T? crees? Mira que con tus antecedentes…
_Olv?dese de eso, que aunque sea con Dayana, que ya me aguantо una vez yo me empato hoy.
_ ?Quiеn es esa Dayana?_ la curiosidad por la mencionada hero?na me hizo preguntar.
_Nа, una feоtica ah? que estа reguliche de cuerpo, pero de cara lo que se manda es una caricatura. Eso s?, no sе si es por el queso que siempre tiene acumulado, pero me aguantо, es verdad que regateaba y dec?a toda no, toda no y hasta llorо su poquito, sin embargo esa vez pude limpiar el tubo.
En esos momentos sal?a Olga del dormitorio y guardamos de inmediato absoluto silencio. Alta, imponente de cuerpo, dir?a que hasta bella, con un aire de orgullo que la hac?a mаs atractiva, la muchacha se acercaba.
_Un buche, Plomo, necesito un buche_ pidiо Fidel.
_ ?T? estаs loco? ?Ni se te ocurra! Si te siente olor a bebida entonces s? no la vas a ligar mаs nunca ?Con el carаcter que se manda! Tienes que llegarle a pecho limpio ?Arriba, que de los cobardes no se ha escrito nada!
Fidel se persignо burlonamente, pero mаs serio que una tusa y se acercо a saludarla. Cuando al rato logrо llevarla a solas hasta un rincоn apartado, Luis me halо por la mano.
_Vamos con disimulo a o?r lo que hablan, que este cabrоn es capaz de inventarnos un cuento con tal de no pagar la apuesta.
Nos escurrimos hasta unas arecas cercanas y desde all? nos echamos todo el play.
_Mira mami…yo te llamе…porque…_еl nervioso.
_ ?Y quiеn te dijo que yo soy tu mami?_ ella castigadora.
_Es un decir…o mejor dicho…no lo eres, pero quiero que lo seas. No mi mami…porque yo sе que a ti no te gusta ese lenguaje chabacano…pero es que yo…es que yo…Nа, vieja, que estoy met?o contigo, que me tienes loco, vaya, que estoy enamorado de ti, que me gustas una pila, que quiero ser tu novio, que…
_ Pero cuantos quе!_ ella haciеndose la dura.
_Todos los que hagan falta, Olguita. Me tienes el coco hecho agua. Por ti soy capaz de cualquier cosa_ еl envalentonado.
_ ?Ahora…?_ ella imponente.
_Ahora, ?quе?_ еl sorprendido.
_Ahora que se acabо el curso, que lo que nos queda apenas en Cuba son unos d?as y luego yo para Leningrado y t? para Bak? a miles de kilоmetros uno del otro.
_Lo m?o es serio, Olga, te lo juro. Es mаs, f?jate si es serio que si t? quieres nos casamos antes de irnos, o no nos vamos y estudiamos cualquier cosa aqu? en Cuba. Lo que t? digas, pero dime que s? anda. Antes no te hab?a dicho nada porque de verdad que soy un poco t?mido, por no decir que miedoso, pero no puedo resignarme a separarnos y no decirte lo que siento. Yo hago lo que t? quieras, lo que me digas, pero dime que s?, chica, ?anda!
_T? no me caes mal, eres un poco barco y mal hablado, pero no me caes mal_ ella cediendo.
_ ?Entonces…?_ еl desesperado.
_ ?Entonces?…lo contrario de no.
_ ?Cоmo que lo contrario de no? ?Es que acaso no me crees? ?Yo soy un hombre…!
_Dеjame tocarte las manos, ?huy, pero si las tienes heladas!
_ ?Ah, tambiеn te vas a burlar de m? ahora?
_Yo no me estoy burlando. Ya te dije, lo contrario de no.
_ ?Co?o, pero que bruto soy!, si lo contrario de no es s?. ?De verdad? ?Me estаs dando el s??
_Claro chico ?Mira que eres bruto!
El Plomo me halо suavemente otra vez, ahora hacia atrаs.
_Vamos echando, compay, que el socio nos jodiо las botellas. Ve a buscar el dinero para comprarlas.
Dos botellas entre doce no es gran cosa, si acaso sirviо para quitarnos la pena y para que Olga despuеs del quinto o sexto trago accediera a apoyarnos en una idea loca que ten?a Bety: meterme disfrazado de mujer en el albergue de las muchachas. Ver y no tocar fue lo ?nico que me recomendо, cuando luciendo falsas protuberancias y maquillado casi a la perfecciоn nos escabullimos en el dormitorio.
Despuеs que estuve dentro sent? miedo de que me fueran a descubrir en la jugada y con el alboroto saliera preso o botado de all?, pero ya estaba dentro y no hab?a marcha atrаs posible. Bety me acostо en su litera y puso el mosquitero prometiendo volver enseguida. El en seguida se convirtiо en casi una hora, durante la cual me di gusto vacilando culitos tiernos, peluqueras, teticas limоn y tetonas melоn. Ya estaba en punto de frenes? cuando Bety se colо dentro de la litera. Me palpо mis partes sin recato, as? era como te quer?a, me susurrо, para que no pase lo que anoche en la presa ?Ven mi patico!
?Ay Dios m?o, quе noche aquella!, y as? fueron muchas mаs, todas las noches siguientes, intensas, frenеticas, alocadas, como la vez que decidimos sacar a uno que le dec?an Pato Oyuyo y que era una piedra despuеs que se dorm?a, con litera y todo para el аrea de formaciоn. El susodicho usaba unos calzoncillos de patas largas y cuando despertо en medio del coro que le formamos, hembras y varones, se levantо de un brinco, pero enca?ado como estaba, parece que de retener los deseos de orinar, se le saliо el aparato aquel por la pata del calzoncillo y lo que se armо all? fue el acabose. Quer?a fajarse y todo, se cagо en la madre de los culpables, pero nadie saltо. Yo por si acaso, en silencio, me caguе en la suya mil veces.
Las ca?as guataqueadas yo no sе si agradecer?an el tratamiento que le dimos, pero yo s? agradec? y agradezco todav?a a Ricardo y a Bety, a Luis y muchos otros aquellos d?as pasados all? y que todav?a hoy recuerdo con agrado. A mi rubita le promet? en la despedida del campamento ir a verla antes de abordar el barco que los llevar?a hasta Odesa. Se llevо mi direcciоn para enseguida que llegara escribirme y que de esa forma no se perdiera la comunicaciоn. Jurо que me quer?a y hasta yo sent? de verdad nostalgia y dolor por separarnos. Cantando las viejas estrofas de “Reloj” y pidiеndole que no marcara las horas porque ?bamos a enloquecer, con un beso largo y un abrazo interminable nos despedimos.
A la Habana lleguе una noche lluviosa dos d?as antes de que comenzara el Onceno Festival de la Juventud y los Estudiantes. La Colmillo Blanco en que viajе era la mar de cоmoda, pero apenas si pude disfrutar en el trayecto de las bellezas del paisaje, para m? casi desconocido, pues el chofer, un aprendiz de esquimal, ten?a el aire acondicionado a todo meter y me temblaba hasta la quijada de arriba. El shock hipotеrmico debe haber sido el culpable de mi maltrecha estampa cuando descend? del оmnibus, tal ser?a mi facha que enseguida un polic?a me pidiо identificarme. Trabajo me costо convencerlo de que yo era un delegado de la Universidad Central al que se hab?a ido la guagua que transportо a los participantes del evento.
Libre de еl, pero con la preocupaciоn renovada por mi seguridad, pues este hecho me ven?a a confirmar que la polic?a, en estos d?as especialmente, iba a estar mаs activa que de costumbre y por tanto deb?a cuidarme de no ser sorprendido en mis proyectos de plagio. Crucе la Avenida Boyeros y deambulе entre los kioscos, vac?os a causa del mal tiempo, de la Feria de la Juventud. Una malta y un par de panes con croquetas calmaron mi apetito ?Adоnde ir? La idea que tra?a era acercarme a la Escuela Vocacional Lenin, que ser?a una de las Villas de alojamiento de los visitantes al evento, pero realmente no sab?a dоnde esta se encontraba, ni cоmo llegar hasta all?, de contra la lluvia continuaba y volv? a tiritar. La CUJAE era la otra opciоn y una mаs remota, por la lejan?a era pernoctar en casa de mi t?o Alfredo, el padre del huеrfano, que viv?a en Bauta. De esa ?ltima idea desist? de inmediato.
Esta era apenas mi segunda visita a la Habana, la anterior hab?a sido como diez a?os antes, as? que poco prаctico como estaba para deambular sin direcciоn, decid? pasar la noche en los bancos de la Lista de Espera de la Terminal de Оmnibus. Me encontrе all? un hervidero de gente tirada en el piso sobre cartones y ni un huequito siquiera en un banco donde reposar mi huesos. Me entraron unas ganas tremendas de regresar a casa, a mi camita tibia, hac?a mаs de un mes que no sab?a nada de mi madre, abuela, hermano y primo. Las defensas comenzaron a ceder ante la tentadora idea del regreso y la obtenciоn del perdоn familiar y ya casi estaba decidido a apuntarme en la Lista de Espera para volver a Santa Clara cuando tres jоvenes amulatados se me acercaron.
En seguida me puse alerta, pues ten?a conocimiento de los maleantes y embaucadores habaneros que merodeaban por las terminales y timaban a los pasajeros que ve?an con cara de guajiros, pero no, era mi salvaciоn lo que el Destino pon?a en mis manos. Por lo que pude entender con mi famеlico inglеs, supe que eran egipcios y que andaban extraviados, hab?an llegado el d?a anterior para el Festival y ansiosos por conocer la ciudad y su gente salieron a dar una vuelta, se empataron con unas muchachas habaneras que los engatusaron y robaron los dоlares que tra?an. De pronto me alumbrе y les preguntе por los pasaportes, por suerte los conservaban consigo, para no llamar mucho la atenciоn de posibles curiosos bajamos al piso inferior donde era menor la multitud y les hice creer que yo era un estudiante nicarag?ense tambiеn delegado al Festival y promet? ayudarlos. Un rаpido cаlculo de mis finanzas me demostrо que bien val?a la pena gastarme diez pesos y alquilarles un taxi que los llevara hasta su albergue. Insistieron para que los acompa?ara pues tem?an el rega?o del jefe de su delegaciоn, pero con el pretexto de que estaba all? esperando por unos compa?eros m?os que pronto arribar?an me los quitе de encima. Despuеs de media hora tratando de capturar un Chevy, logrе que uno los llevara. En la despedida, con fuertes abrazos incluidos, me las arreglе para extraer los papeles del bolsillo de uno de ellos.
As? es la vida, en apenas unos minutos me hab?a convertido en Ahmed el Meligui, natural del Cairo y con alojamiento en el Pedagоgico Varona. Indudablemente que por aquel lugar no podr?a ni asomarme, pero tener en mis manos una credencial para mostrar a las autoridades y entrar en los lugares de los eventos era un gran logro, algo con lo que no hab?a ni siquiera so?ado. Me quedaban veinticinco pesos.
Amaneciendo lleguе a la escuela Lenin, al parecer all? hab?an trabajado toda la noche recibiendo delegados, porque numerosas personas caminaban a?n a esa hora por los pasillos y аreas exteriores. Me colguе del cuello la credencial y haciendo uso de un acento extra?o empecе a mascullar un espa?ol que para cualquiera era leg?timamente extranjero, as? supe donde se encontraba el comedor, mi primera e inmediata meta, ya que nada me apetec?a mаs, ni mаs agradecer?an mis h?medos huesos que un cafе con leche bien caliente y un pan con mantequilla. En el comedor, amplio y encristalado hab?a para escoger: yogur, malta, helado, leche fr?a, frutas, ensaladas, dulces, pero cafе con leche ni para un remedio. Tuve que conformarme con un par de bocaditos de jamоn y queso y una taza bien llena de tе caliente. Preguntе despuеs, para quitarme el susto, quе delegaciones se hospedaban en la escuela, pues me hubiera visto en un aprieto si alguien se dirig?a a m? en аrabe, idioma en el que sоlo sab?a decir Salam Alekum, por suerte all? primaban delegados latinoamericanos y de la Europa socialista.
Al cabo de una hora el jolgorio y el aire festivo aumentaron cuando se fueron sumando a los deambulantes otros cientos de jоvenes reciеn llegados y otros cientos reciеn levantados. Me puse en una fila en el vest?bulo y me entregaron dos pullovers, uno con la Flor del Festival y otro con un CUBA SI grand?simo en el pecho; en otra cola me dieron una gorra roja y un pu?ado de sellitos metаlicos con saludos y consignas. Hice otra cola, esta vez mаs larga y pude abordar un оmnibus que nos llevо hasta la Playa de Santa Mar?a.
Despuеs de la tormenta del d?a anterior el sol luc?a radiante y la atmоsfera limpiecita, como acabada de estrenar, sin embargo mi mente, que deb?a estar tambiеn clara y como reciеn estrenada, era un hervidero, una madeja de sentimientos, deseos, aspiraciones y miedos que le roncaba. Por un lado ten?a la tranquilidad de poseer un documento que me amparaba y que supon?a iba a ser el Аbrete Sеsamo de los prоximos d?as, por el otro me corro?a el temor de ser sorprendido in fraganti en mis mentiras, lo mismo por la polic?a o autoridades de los albergues, que por los propios delegados, ya que si ante algunos me hab?a presentado como аrabe, para otros era nica, para otros mаs colombiano y todav?a me faltaba personificarme como Silvio.
La barbita que me hab?a afeitado en Camag?ey ya estaba casi como antes, sоlo que sin guitarra me ser?a mucho mаs dif?cil lograr mis propоsitos. Por lo pronto y en vista de que era la tendencia generalizada entre los delegados, que ser?an muy revolucionarios, antimperialistas y todo eso, pero que ahora estaban entregados de lleno al vacilоn y al ligue de sus respectivas parejas, decid? seguirles la corriente, no desentonar y comencе a barrer con ojos de perro sato las arenas circundantes. Bikinis y mаs bikinis, chores, pescadores y risas lindas y pelos largos o cortos, rubios, casta?os y nalguitas y nalgonas, peloticas y pelotonas ?Crema era lo que hab?a all?, pura crema!
Siguiendo la vieja tеcnica empleada en el Parque Cеspedes, y como por obligaciоn yo era el delegado mаs solitario y desamparado, decid? hacerme el sueco, el interesantоn, pero nada. Media hora de tеcnica aplicada y nada. Se hab?an formado grupos de a quince, veinte y mаs, se hablaba en espa?ol, ruso, inglеs, portuguеs, francеs y no sе en cuantas otras lenguas, me parec?a estar metido en una verdadera olla de grillos o en la torre de Babel. En proporciоn abundaban las muchachas sobre los varones y eso me tranquilizо, pero era ya cerca del mediod?a y continuaba en mi idiota estatuez. La espalda ya me ard?a y decid? darme un chapuzоn, mirе en derredor a ver a quiеn dejar al cuidado de mi ropa y me decid? por una joven que al parecer tambiеn disfrutaba o penaba por la soledad. Era mulata, delgada, pero no de una delgadez extrema como a?os despuеs dir?a Pablito Milanеs, era una flaca con figura y rostro hermoso y estaba tendida a unos veinte metros de m?. Sin saber en quе idioma chapurrear para llamar su atenciоn, me decid? por mi espa?ol macarrоnico.
_Amica, per favor, yo quisier?a…
Hice la pausa normal del que estа buscando la palabra adecuada cuando ella saltо.
_Dime, papito, ?en quе puedo servirte, mi cielo?
?Pa? su escopeta!, aquella chiquita era mаs cubana que yo. Debo haber palidecido de inmediato, porque sent? que una bola fr?a bajaba y me daba salticos en el estоmago.
_Dime, papi, ven siеntate aqu? conmigo, no seas malito. ?Ven!
Ni atrаs ni alante sal?a de mi boca palabra alguna. De pronto me entraron unas ganas tremendas de re?r y no las pude evitar. Ella por contentarme tambiеn re?a, pero cuando vio que al parecer lo m?o no tendr?a fin comenzо a mirarme con detenimiento.