Оценить:
 Рейтинг: 0

DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS

Год написания книги
2019
Теги
<< 1 2 3 4 5 6 7 >>
На страницу:
5 из 7
Настройки чтения
Размер шрифта
Высота строк
Поля

_Ven acа, chico, ?t? no eres…?

No la dejе terminar, sal? de all? haciendo piruetas, muecas y moner?as a pesar de que llamaba la atenciоn de muchos.

A?n hoy me queda la duda de si ella era una agente civil de la polic?a o una de las antecesoras de las actuales jineteras, lo cierto es que yo no ten?a ni tiempo ni agallas para averiguarlo en aquel momento. Supongo que me creer?a un loco. Por mi parte, del susto, sal? corriendo y por poco llego a Guanabo. Hab?a recibido otra lecciоn que me llamaba a cuidarme mаs, lo mismo de otros p?caros como yo, que de agentes policiales encubiertos.

Sub? a uno de los оmnibus y me quedе dormido hasta que montaron todos, me echе el pullover sobre la cara y as? me mantuve hasta llegar a la Lenin. Por los altavoces Argelita Fragoso cantaba repetidamente la canciоn tema del Festival y yo un poco desanimado decid? guardar mis fuerzas para el acto de inauguraciоn del prоximo d?a y me acostе temprano. Acostarse temprano en un albergue repleto de gente con аnimo de fiesta es una estupidez, de eso me percatе apenas subiо la mayor?a de mis compa?eros y empezaron a cantar, a hacer chistes y re?r.

Un nica verdadero se me acercо a pedirme fоsforos y estuvimos conversando de la guerra. Era de Masaya y hab?a venido casi directo de la guerrilla para acа, ten?a unas ganas locas de divertirse, ma?ana tendremos plаticas de Revoluciоn, me dec?a, pero ahora huevоn vamos a ponernos las pilas. Esa noche probе por vez primera el Flor de Ca?a, aguardiente, y con una buena dosis de еl en vena sal? a acompa?arlo. Afuera ya se ve?an parejas romanceando, ?ves mano?, vamos nosotros tambiеn a buscarnos unas chulitas.

Alrededor de los restos, todav?a humeantes de una fogata que debiо ser enorme, nos sentamos a despachar la botella El nica, Eusebio, era todo ojos y todo o?dos, parec?a un radar, un verdadero guerrillero o un cazador profesional.

_ ?Ves? Esas que estаn ah? son rumanas y aquellas b?lgaras.

Me sorprend? enormemente con su conocimiento, еl se percatо de ello y me explicо.

_Aqu? donde me ves, soy a lo mejor medio guerrillero, pero compa entero y entero tambiеn Licenciado en Econom?a Pol?tica. Yo estudiе en la Sоviet, me mandо el Frente Sandinista antes de que empezara la ofensiva grande.

_Compadre vamos para allа entonces, si usted es un traductor ca?do del cielo, vamos a ligarlas_ le dije envalentonado por el alcohol.

_Suave, compa, suave. T? me dijiste que eras colombiano, les diremos a ellas que somos mexicanos, para no tener que estar en la vaina esa de hablar de la guerra y otras mierdas ahora. Pero f?jate, vamos a tantear primero a las rumanas que son mejores hembras y mаs calenticas que las b?lgaras.

_ ?Y t? hablas rumano tambiеn?

_No, compa les hablarе en ruso. En esos pa?ses casi todos hablan el ruso bastante bien, se lo ense?an en las escuelas. Mira, aquella pelicolorada, s?, la del short azul, si cuadramos algo es la m?a ?Vale?

_Dale, que pa? luego es tarde.

De Rumania lo ?nico significativo que conoc?a era la participaciоn de Nadia Comaneci en las Olimp?adas de Montreal dos a?os atrаs, as? que mencionаndola y tambiеn un poco de Ceauchescu jarachо me defend?a. Por suerte las chicas sacaron a colaciоn el tema de la m?sica, y hablando de Boney M y los Bee Gees Eusebio se dio gusto parlando paruski.

Me tocо una trigue?ita flaca, muy bonita, pero que hubiera pasado sin muchos problemas por cubana, o por espa?ola. Fue la primera carne extranjera que probе y no estuvo nada mal. Gracias al Flor de Ca?a me portе como era debido y fornicamos de lo lindo en unos arbustos de los alrededores de la escuela. Marina se llamaba, o se llama.

Para mi desgracia, o mi suerte, en los primeros ajetreos mi viejo pitusa se descosiо por el fondillo. Del desconsuelo me sacо mi compa?era que prometiо ayudarme y para cumplir su promesa me regalо un Wrangel azul nuevecito que me quedо que ni pintado. Me sent?a el hombre mаs feliz del mundo, y ten?a razones para estar rebosante de alegr?a, en apenas una hora me hab?a merendado una ni?a que era un caramelo y de contra me hab?a obsequiado un pitusa, con la falta que me hac?a. Como agradecimiento le espantе un beso largo, el mаs largo que he dado en mi vida, por lo menos veinte minutos estuvimos trenzando nuestras lenguas. La madrugada se nos gastо tan rаpido o el amanecer la fue empujando con el mismo ritmo con que nosotros mov?amos las cinturas, que por poco nos coge el sol en aquellos menesteres.

Eusebio ni atrаs ni alante me dejо tirarme aunque fuera media horita en la litera. Ni modo, compa me dec?a despuеs el cuerpo te coge matunguera y no vas a poder dar ni un paso. Vamos a coger los buses que ya estаn pitando.

Y as?, como dos zombies, recorrimos calles, museos y plazas de la Habana. Yo me hac?a el extranjero, aunque a ciencia cierta era un extranjero nacional en aquella ciudad y me sorprend?a de cosas y casas. De la Habana Vieja el nica me comentо bajito que luc?a peor que Managua despuеs del terremoto.

Nuestros gu?as, incansables y entusiastas militantes de la UJC, nos permitieron dispersarnos con la promesa de rencontrarnos en un par de horas en el Parque Central, para de all? volver a la Lenin a almorzar y al rato partir de nuevo hacia el Estadio Latinoamericano para la gala inaugural.

La ciudad era para m? tan desconocida como para Eusebio, as? que preguntando por aqu? y por allа llegamos hasta la Avenida del Puerto. Yo me quejе de las aguas tan sucias de la bah?a y el nica me espetо sorprendido.

_ ?T? nunca has viajada en barco? Todos los puertos de todos los pa?ses son iguales.

Me di cuenta que ten?a que interiorizar mаs mi papel de extranjero o me ver?a en apuros en cualquier momento. La compa??a del socio me resultaba agradable y hasta me hac?a sentir mаs seguro, pero ten?a que zafarme de еl para asumir el rol de аrabe, de lo contrario mis propias credenciales me iban a delatar. Deambulando entre kioscos y tarimas donde tocaban grupos musicales, logrе, mientras Eusebio tiraba un pasillo con una mulata colosal, mejor dicho culosal, alejarme de еl con el pretexto de comprar cigarros y me perd? de todo aquello. Montе en una guagua de la ruta 27 que dec?a en el cartelito que iba para el Cerro y como sab?a que el estadio Latinoamericano estaba por allа decid? rondar por sus alrededores hasta la hora de la inauguraciоn.

El acto fue maravilloso, lleno de colorido, m?sica y alegr?a. Yo por supuesto no desfilе con ninguna delegaciоn, me met? entre el p?blico a vacilar todo aquello, las coreograf?as, la pizarra humana, los fuegos artificiales, la actuaciоn de Los Van Van e Irakere.

Al otro d?a, como no ten?a interеs alguno de participar en las comisiones de trabajo, ni en las plenarias me un? a un grupo que iba para el Parque Lenin. Еramos representantes de varios pa?ses y entre ellos iba mi rumanita. Para ella fue muy natural verme con mi nuevo pitusa, pero yo estaba loco porque me lo celebrara, ten?a tanta alegr?a y orgullo que como se dice no me cab?a en el culo ni un alpiste.

Tomamos un par de caballos y nos perdimos por unos trillos perfumados en un bosquecito de eucaliptos y ocujes hasta que llegamos a la orilla de una represa que me pareciо gigantesca. Con muchas se?as y algunas palabras farfulladas por ella en espa?ol y otras que yo masticaba en inglеs logramos establecer un cоdigo de comunicaciоn bastante efectivo. Enseguida entendiо que quer?a ba?arme con ella y asintiо. Me acordе de Bety y del Plomo y me re? de aquella noche en la presa. Mi chica me observaba en silencio, preguntо cоmo se llamaban las curiosas elevaciones que se distingu?an a lo lejos y le contestе que Tetas de Managua y mientras ella las observaba en la lejan?a yo quer?a morder las suyas tan cercanas. Por pudor nos metimos en el agua con calzoncillo y bl?mer, pero en cuanto nos manoseamos un poco y la sangre comenzо a hervir los arrojamos a la orilla con desesperaciоn. La carguе a horcajadas y de pronto sent? perderme en un infinito azul de tibias emociones.

Absortos en el gozo nos retrasamos y por supuesto perdimos las guaguas. Vimos un grupo de extranjeros a lo lejos e intentamos unirnos a ellos, pero cuando descubr? que entre ellos se encontraban algunos аrabes, tomе a Marina de la mano y salimos corriendo de all?, despuеs de dar mil vueltas y de caminar como unos caballos logramos montar en una ruta 31 y fuimos hasta la V?bora desde donde continuamos viaje a la Lenin en otra ruta. Mi desconocimiento de la zona nos llevо a un recorrido rid?culo, pues el Parque y la escuela Lenin son casi vecinos.

Eusebio me echо una cojonera del carajo al llegar.

_ ?Mira que vos sos arrecho! Me abandonaste compa, me abandonaste.

Le contе lo sucedido y el resto de los d?as Marina, еl, su chica rumana llamada Renata y yo formamos un cuarteto inseparable. Hicimos muchas promesas de escribirnos y todo eso que se planea cuando se establece una relaciоn en esas circunstancias y que uno sabe a ciencia cierta que no se van a cumplir. Aun as?, a pesar de nuestro estrecho roce, dos o tres noches me las agenciе para escaparme un rato y establecer relaciones con mexicanos, canadienses, chicanos, argentinos, italianos y el Copоn Bendito. Con artima?as, trucos y mucha labia e imaginaciоn logrе reunir un pulovito por aqu?, un jean usado por allа, una cotona por acа y algunos que otros dоlares, francos, liras, soles, bol?vares y pesetas.Marina me dejо de recuerdo un radiecito portаtil que era una maravilla.

Lo triste, realmente triste, fue la partida. Con el cuento de que deb?a quedarme una semana mаs en Cuba por situaciones con los pasajes, los pude despedir a todos y ganas no me faltaron de llorar, lo juro.

Tambiеn por poco lloro una semana despuеs cuando fui al puerto a despedir a Bety. Fue de las ?ltimas en abordar el “Ucrania”, una motonave viejuca, pero impresionante todav?a por sus dimensiones y su albor. Me estuvo diciendo adiоs y tirando besos hasta que el buque se perdiо tras las murallas del Morro.

Quedе abatido y desamparado. Ya hab?an cerrado los albergues, todos los delegados hab?an partido de regreso a sus pa?ses y me vi en la calle y sin llav?n. Ir a pasar unos d?as en casa del t?o Alfredo en Bauta no me causaba mucha gracia, volver a mi pueblo a cargar las bater?as para retornar con nuevos br?os y recursos a la Habana tampoco me atra?a. Hasta pensе en regresar a los brazos de mi mulata santiaguera y pedirle perdоn, mas mi destino ya estaba marcado y tambiеn desechе aquella opciоn.

Las primeras noches dorm? en los bancos de las terminales de оmnibus y trenes. Sentirme acompa?ado por las decenas de personas que habitualmente hacen noche all? me daba mаs confianza. Por el d?a deambulaba por el Vedado o la Habana Vieja, conociendo los barrios y tratando de establecer alguna relaciоn que me resultara de utilidad. A pesar de que el pelo, por no cuidarlo hab?a vuelto a tornarse rizoso, ve?a con agrado como muchos me observaban largamente debido a mi semejanza con el trovador.

Una tarde, la del 19 de agosto de 1978, nunca la podrе olvidar. Mientras descansaba en un banco del Parque de la Fraternidad la tortura hirviente de mis pies y trataba de aclarar la enredadera de mis pensamientos me quedе mirando a un viejito, que con dos pesadas jabas caminaba casi frente a m?. Su cansancio era evidente, cada diez o doce pasos ten?a que bajar la carga para tomar un respiro, aparentaba unos ochenta a?os. Me colguе la mochila a la espalda y le ofrec? ayuda, me mirо con ojos gastados a travеs de unos espejuelos culo de botella con un semblante realmente lastimoso.

_ ?Va muy lejos, abuelo, quiere que lo ayude?

_ ?Ehhh?

Ahora s?, me dije, aparte de ciego, sordo tambiеn, a este lo que le queda es si acaso una afeitada. Le gritе mаs alto y me dio su consentimiento con una voz apagadita.

Viv?a a unas cuatro cuadras de all?, en Obrap?a, casi al fondo de la Zaragozana. Su domicilio era apenas un cuarto con barbacoa, un ba?ito min?sculo y una cocinitica. El reguero y la suciedad que encontrе eran de tres pares de timbales. Me contо farfullando que se llamaba Simоn, ten?a setentaiocho a?os, estaba solo desde que se le muriо la vieja hac?a tres a?os, le hab?an extirpado un ri?оn y un pulmоn, no ten?a hijos y estaba pasando mаs trabajo que un cochino a soga.

Por mi parte le dije que era huеrfano desde peque?o, que hab?a tenido una mujercita, pero que muriо en el parto de nuestro primer hijo, que estaba destruido emocionalmente y que por eso hab?a abandonado mi pueblo, huyendo de los fantasmas del pasado, que ahora andaba errante y sin punto fijo donde vivir. A pesar de todas sus desgracias el viejito no hab?a perdido su sentido del humor y cuando hubo descansado un poco me agasajо con un cafе reciеn colado que me supo a gloria y mientras se le iluminaba el rostro con una p?cara sonrisa me dijo.

_ T? y yo somos como una tuerca y un tornillo, cada uno por su lado no servimos para nada ?Por quе no te quedas a vivir aqu? un tiempo? As? me ayudas y te ayudo.

Vi los cielos abiertos con su proposiciоn, pero para darme aires de honesto y desinteresado comencе por rechazarle la oferta. Tanto me dio el viejo hasta que por fin le dije.

_Vamos a probar. Yo no soy muy buen cocinero y como amo de casa nunca me he probado, as? que usted que tiene mаs experiencia, sus gustos y resabios me va diciendo lo que le gusta y lo que no, hasta ver si la cosa funciona.

Fue incre?ble la cantidad de trastos y cacharros que saquе con la primera limpieza que hice en aquel cuartucho: botellas vac?as por docenas, trapos, revistas, zapatos sin parejas, un tibor lleno de huecos, ollas de hierro y aluminio tiznadas, requemadas, latas oxidadas y mil cosas mаs. Despuеs consegu? una tanqueta de lechada y le met? dos manos de pintura a las paredes, destup? los ca?os, remendе la puerta, asegurе escalones, desinfectе el piso, cambiе bombillos por lаmparas de luz fr?a. Al cabo de una semana los pocos vecinos que lo visitaban miraban sorprendidos cоmo hab?a cambiado aquello desde que vino a vivir con Simоn su sobrino.

Fui a visitar a mi madre y abuela a las que encontrе bien de salud pero preocupadas por mi larga ausencia, las tranquilicе como pude y regresе con los documentos necesarios para instalarme en la Habana. Tan buena era mi suerte que a la vecina nuestra por el lado derecho, la del final del pasillo le dio un patat?s y guardо el carro. El mismo Simоn se encargо de hacer la solicitud del cuarto, ahora vac?o, por colindancia y al cabo de un mes se lo autorizaron. Abr? una puerta de comunicaciоn en la pared que los separaba y nos vimos en posesiоn de un local bastante bien conservado. Los funcionarios de Vivienda se llevaron todo lo servible que encontraron all? para entregarlo a otros casos sociales, por lo que entonces nos sobraba espacio o nos faltaban muebles que es lo mismo.

Simоn con mis cuidados se restableciо bastante y hasta engordо un par de libritas, le mandе a hacer nuevos espejuelos y personalmente le curaba las f?stulas en su espalda. Cuando le estaba tomando cari?o se muriо. Amaneciо un d?a tiesecito y frio, infarto del miocardio.

Apenas tuve los papeles de la vivienda a mi nombre pensе mudarme de all?, pero la envidiable posiciоn del lugar me hizo desistir de la idea y empecе entonces a buscar trabajo. Encontrar una pincha suave, que tenga buen salario y donde se puedan resolver cositas extras no es fаcil, de eso me di cuenta cuando me met? casi tres meses buscаndola y no apareciо. Ya los fonditos que hab?a tra?do de la casa y los pocos pesos que dejо Simоn debajo de una colchoneta se hab?an esfumado o mаs bien fumado. A diario hac?a un par de pesos vendiendo hielo a otros vecinos que no ten?an refrigerador, pero aquello no satisfac?a mis aspiraciones.

Un vecino me propuso vender ron, otro carne de res, otra cemento de una micro brigada, pero ten?a terror de que me sorprendieran in fraganti en aquellas ilegalidades y fuera a parar a la cаrcel, de esa siempre me cuidе. Por fin recalе de operador de una mаquina conformadora de plаstico con un merolico que fabricaba argollas, aretes, hebillas de pelo, pozuelos, peines y mil baratijas mаs. Aparte de recibir diariamente veinte pesos de salario pod?a llevarme alguito, que luego vend?a por mi cuenta, por lo tanto en general escapaba con unos treintaicinco o cuarenta pesos cada d?a. Una verdadera fortuna para la еpoca.

Ahorrando al mаximo al cabo de tres meses ten?a ya casi cuatro mil cabillas, que dos meses despuеs ascend?an a doce mil. Tuve la suerte ademаs de que me sorprendiera en la Habana el alboroto de las salidas masivas para los Estados Unidos por el Mariel. Un hermano de mi patrоn era cantinero de una de las villas tur?sticas de Guanabo, creo que de Playa Hermosa y lo o? diciendo que necesitaban un ayudante de cocinero contratado para darle servicio a los tripulantes de las miles de embarcaciones recaladas en el puerto. Enseguida me ofrec?, quе t?tulo ni un carajo, le dije, a ti lo que te hace falta es un cocinero y ese soy yo. Su hermano logrо convencerlo de que yo era responsable y trabajador y me aceptо.

Dos d?as despuеs estaba balanceando mi mareo inicial en un barco langostero, uno no, dos barcos unidos por fuertes cabos trenzados, que fondearon en el centro del puerto y que fung?an como аrea de venta. Con la mentalidad de hoy all? hubiera hecho un pan, pero en aquel entonces si te cog?an con un dоlar en el bolsillo, aunque fuera con uno solito te buscabas una salaciоn. De todas maneras siempre pude escapar como se dice, baste decir que a diario, despuеs del cuadre entregаbamos mаs de cinco mil fulas, aparte de dos mil o tres mil pesos cubanos, s?, porque los que hac?an su segundo o tercer viaje yo no sе cоmo se las arreglaban para andar con dinero nacional.
<< 1 2 3 4 5 6 7 >>
На страницу:
5 из 7