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El craneo de Tamerlan

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– Bueno, por qué vuelan los aviones? Uno grande, pesado. —

– Porque tiene alas, como las aves. —

– El avión no mueve las alas.. —

– No molestes! —

– Te das cuenta?… Ok. Nos distrajimos. Zakolov se secó las cejas y, de nuevo, se dirigió a la muchacha: – Dijiste que todos los ejemplares del periódico con el artículo fueron recogidos. Todos salvo el que tú escondiste. Es así? —

– El jefe de redacción, que destituyeron, también guardó uno. —

– Quien es él? —

– Un tipo normal. David Bakhtangovich. Veinte años en el periodismo. Excelente periodista, si quieres saber! No tuvieron clemencia. Lo botaron sin derecho a trabajar en otros medios de comunicación. Te imaginas? —

– Me imagino lo indignante. —

– Y como! Es georgiano, llevan el orgullo en la sangre. Lo botaron como a cualquier zagaletón. —

– Oye, un georgiano en la capital de Uzbekistán? —

– Epa, tecnólogo, límpiate los ojos, estamos en el siglo veinte! Tashkent siempre fue una ciudad internacional. Y después del terremoto del 66, todo el país vino a ayudar. Yo soy judía, él es georgiano y después que lo sacaron, el periódico lo dirige un armenio. A propósito, te voy a decir un hecho interesante. En el mundo hay dos naciones muy antiguas, las cuales no se ubican en su patria histórica. —

– Espera, ya te lo voy a decir. Los hebreos y…. —

– Y los armenios. Esos pueblos nunca conquistaron a nadie, y si pelearon, fue solo por su tierra. A ellos, por lo contrario, los oprimieron y exterminaron, pero los sufrimientos los endurecieron. Los judíos y los armenios están dispersos por todo el mundo, se les puede encontrar en cualquier país, en cualquier continente. Por todo eso, ellos no olvidan sus raíces históricas y se enorgullecen de su nacionalidad. —

– Enorgullecerse de su nacionalidad es lo mismo que enorgullecerse porque naciste un martes y no un miércoles. La persona debe enorgullecerse por sus propios logros. —

– Si eres obstinado!. Zakolov, olvídate un poco de tu lógica lineal. Hay valores supremos. —

– Si los hay. No lo discuto. Son las cumbres en la ciencia y el arte que alcanzó la humanidad. Y en eso no es importante la nacionalidad de esos gigantes del razonamiento cuyos frutos utilizamos. —

– Como sea. Para mí no es igual. —

– Bueno. Otra vez nos desviamos del asunto. Volvamos al redactor. Que crees tú? A este David Bakhtangovich también se le puede ocurrir ponerse a buscar el cráneo de Tamerlán? —

Tamara arrugó la frente y ponderó la pregunta. Zakolov continuó: – Quizás él también quiere hacer justicia y conservar su trabajo. —

– Yo hablé con él. Bromea, se mantiene alegre, pero se ve que no está bien. Sin embargo, como decirte? Él es un trabajador de oficina, acostumbrado a lidiar con papeles y una aventura real no puede imaginarla. —

– Eso depende de cuál es el objetivo. En cualquier situación mucho se resuelve con la motivación. Nuestros adversarios ya mataron a alguien, eso significa que nos metimos en algo muy serio. Tú te atreverías a matar a alguien solo para que te devuelvan tu trabajo? —

– No. Pero yo soy una mujer. —

– O sea, para esos trabajos sucios existen los hombres? Caballeros andantes como yo? —

– Zakolov, deja de hacerte el payaso! Mejor dime que hacemos ahora. Ya no está Kasimov, botaste las fotografías que tenía en mis manos, y ahí estaban el mausoleo y mezquitas de la época de Tamerlán. Es posible que Kasimov fotografiara estos sitios con alguna intención. —

– Yo me imagino que tú conoces esos lugares muy bien. —

– Claro. —

– Significa que nosotros no necesitamos las fotografías. O en una habría alguna nota y tú olvidaste en cual. —

– Cual nota? —

“– Aquí, bajo estas piedras está el cráneo de Tamerlán. —”

– Muy chistoso. —

– Para que queremos fotografías sin notas? —

Tamara se entristeció. Tikhon se puso pensativo, bajó la cabeza, cruzó sus dedos. Sus labios pronunciaron suavemente: “sin notas, sin notas.”. Y de repente reaccionó:

– En el despacho de Kasimov vi una foto curiosa! Y creo que ahí hay una nota.

– Por qué no lo dijiste? Dónde? Cual foto? —

– En la pared. Recuerdas la pared que tenía aquel montón de fotos? —

– Sí. —

– En una de ellas está Kasimov, en algún museo, mirando un cuadro extraño.

– Y? Que nota viste ahí? —

– En el cuadro hay un dibujo raro con símbolos. Podría ser un mensaje cifrado. —

– Es arte abstracto, Zakolov! Los pintores no se ponen con esas cosas. —

– Es posible. Pero no te dije lo más importante. En el momento de morir, Kasimov no miraba a cualquier lado sino justamente hacia esa foto —

– Tú crees que eso es importante? —

– Claro! Él estaba mirando aquello, por lo cual moría! —

– Y que había ahí? —

– Tengo que recordar el dibujo. —

Zakolov saltó, tomó una hoja de papel y se concentró en dibujar símbolos. Tamara miraba por encima del hombro. Tikhon dibujaba símbolos angulosos, borraba algunos, dibujaba de nuevo, se quedaba pensando y de desesperación mordió el lápiz. Después tiró el papel, rompió el lápiz y apretó el puño.

– No puedo recordar con exactitud! En el cuadro también había puntos. Que probablemente significaban algo también. Lástima que no agarré la foto. Y volver a esa casa no es posible. La policía estará trabajando en las evidencias.-

– Espera. – Tamara apretó el hombro de Tikhon. – Cuando lo entrevisté yo le pedí a Kasimov fotografiarlo para el periódico. Al principio se negó, pero después se paró al lado de esa pared, me dio instrucciones y el mismo estableció la luz. Tomé la foto, pero en el periódico no la colocaron en el artículo. —

– La tienes todavía? —
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